Esta vez el viaje es real, un avión nos transportó al
pasado, a una ciudad con un encanto especial, una arquitectura decadente y a la
vez señorial, unos ciudadanos amables y respetuosos y una comida excepcional.
Cuando surgió la idea de ir a Lisboa rápidamente fuimos a
buscar opiniones de otros viajeros y la mayoría coincidía en destacar una cosa:
su gastronomía. La comida está rica y es barata.
Lisboa es una ciudad pequeña que poco a poco se va abriendo
al turista pero todavía no ha sido invadida por las hordas de turistas que
invaden otras capitales de Europa. Eso hace que puedas pasear por las calles
cercanas al Castillo de San Jorge, un castillo visigodo situado en la colina
más alta de la ciudad, y encontrar pequeños restaurantes con dos o tres mesas y
un menú diario de 6 €, con bebida, postre y café, sin tener que esquivar los
restaurantes diseñados para el turismo con los precios altos y la identidad
mermada.
Es una ciudad agradable para los que no nos gusta hacer de
turista, para losque queremos infiltrarnos y pasar por ciudadanos, hacer los
que ellos hacen sin llamar la atención para poder absorber el aroma de una
ciudad distinta a la nuestra y volver a casa con la sensación de haber visto
algo distinto.
Todo esto fue gracias a Gisela, una amiga que está
trabajando en Lisboa y que es más lisboeta que catalana. Nos llevó a los sitios
turísticos porque es lo que toca pero callejeando por calles que no salen en
las guías, y observando la ciudad desde los miradores que pasan desapercibidos
para los turistas.
Callejeando llegamos a un
restaurante que nos recomendó un lisboeta que paseaba por la calle. Nos
recomendó el Prícipe do Calhariz, un restaurante típico portugués con las
especialidades de todo el territorio, desde pescado fresco a los mejores cortes
de carne de Portugal.
![]() |
Vista del restaurante |
Nosotros pedimos:
- Arroz de pato
- Lombinhos de porco grelhado com arroz e batatas. (Lomo de
cerdo a la plancha con patatas y arroz)
- Cozido à portuguesa
Cozido à portuguesa |
Cozido à portuguesa |
Arroz de pato |
Lombinhos de porco grelhado com arroz e batatas |
arroz e batatas |
Regamos la comida con unas cervezas imperial. Le llaman así
a la cerveza de barril aunque también es una marca.
De postre tenían arroz con leche, natillas, y pasteles de
todos los tipos, y es que en Lisboa comen muchos dulces. Allí son famosos los
pasteles de nata, que en el barrio de Belém se llaman “pasteles de Belém”. Son
unas tartaletas de hojaldre rellenas de crema que recién hechas están
riquísimas.
La comida costó 8 € por persona y las raciones, aunque siendo
medias, eran enormes. Como podéis ver en las fotos el cocido es muy parecido al
cocido gallego, con grelos, chorizo, oreja, tocino, morcilla…
En Lisboa el plato típico es el bacalao pero no lo probamos
porque no somos muy fans, y además, siempre que se visita un lugar hay que
dejar algo pendiente para la próxima vez.
Esta ha sido una ciudad que nos ha sorprendido muy
gratamente, aunque está aquí al lado, a una hora y media en avión, era una ciudad
desconocida para nosotros y sin duda volveremos algún día.
Un viaje muy recomendable...
LVMG