En mi caso no es algo que acostumbre a hacer cada semana así que cuando lo hago suelo hacer una siesta después del vermú, y, como podréis imaginar la comida se junta con la merienda, pero vale la pena porque así un fin de semana cualquiera se convierte casi en vacaciones y se aprecia más.
El sábado pasado teníamos una cita con nuestros amigos de Androna Cultura para hacer una ruta guiada por el barrio de Gràcia de Barcelona para conocer el origen del vermú y su relación con este barrio que ellos conocen tan bien. Era nuestro regalo de cumpleaños para una persona muy especial y la verdad es que os lo recomendamos encarecidamente y os prometemos que quedaréis muy bien.
Todo empezó en Els Jardinets de Gràcia, a las 11:30 h delante del hotel Casa Fuster, un hotel modernista diseñado por Lluís Domènech i Montaner a principios del siglo XX. Allí, Marc, el guía, nos explicó que la palabra vermú viene del alemán wermut que significa ajenjo, una planta medicinal que junto a más de 40 extractos de hierbas, raíces, flores, especias y frutas componen esta bebida.
Según un relato esta bebida fue creada por Hipócrates que puso a macerar vino con flores de ajenjo y díctamo y obtuvo lo que llamarían “vino hipocrático” o “vino de hierbas”.
La narración nos fue llevando a través de las calles y plazas más conocidas pero también por rincones por los que quienes no vivimos allí no acostumbramos a pasar. Siempre con el hilo conductor del vermú, y con dos paradas técnicas para hacer una degustación, fuimos conociendo la historia de un barrio muy activo cultural y socialmente.
La primera parada fue en la “Bodega Marín” (Milà i Fontanals 72), un pequeño local en el que podréis tomar un vermú acompañado de unas tapas de buñuelos de calabacín, o unos mejillones en conserva, olivas, etc. Allí podréis encontrar no sólo vermú sino también otros licores de alrededor del mundo. La bodega tiene más de cien años de antigüedad y actualmente los propietarios son Antonio y Tere.
Cruzando Travessera de Gràcia llegamos a la “Bodega del Tano” (esquina Bruniquer con Joan Blanques) donde entramos simplemente para admirar la colección de relojes que tienen expuestos que pertenecían a un antiguo cliente que dejó una caja allí. Tenemos pendiente ir pero esta vez para tomar un vermú y alguna tapa como unas alcachofas con boquerones.
Muy cerca de allí está “l’Antic Celler de Gràcia” (Torrent d'en Vidalet, 28), donde podréis comprar un buen vino aunque no tengáis ni
idea ya que os sabrán aconsejar dando prueba de su gran experiencia.
Ya cerca del final del itinerario, delante del cine Bosque hicimos un pequeño homenaje a una bodega muy conocida ya desaparecida, la “Bodega Casa Quimet” o "Les Guitarretes” conocida porque en cada mesa había una guitarra. Tuvo muchos visitantes ilustres y podían coincidir una eminencia del guitarreo con un aprendiz que tocaba allí para aprender y camuflar sus errores entre el guirigay. Actualmente hay una moderna peluquería.
Quimet también es el nombre de otra bodega muy cerca de
allí, es la “Bodega Quimet” (Vic 23), inaugurada en
1954, también con sus barriles de vino y sus mesas de mármol pero sin
guitarras.
Para acabar la ruta visitamos la “Bodega Neus” donde degustamos otro vermú y unas olivas reconstituyentes después de unas tres horas de itinerario. Y pensaréis: ¡Tres horas de ruta! Pues sí, y se hacen cortas porque cuando te sientas a tomar el vermú y una tapita ¿Quién se quiere levantar? Nadie.
Después de la ruta del vermú nos recomendaron la “Braseria El Disbarat” donde comer unas buenas alcachofas a la brasa, unos calçots, y todo tipo de carnes, nosotros no la pudimos probar porque ya teníamos comida preparada en casa pero lo anotamos como pendiente.
Y para acabar con este post un brindis de Santiago Rusinyol que nos recitó Marc: “A l’alcohol li haurien de fer un monument perquè als bons (d’ànima) els torna alegres i als tristos idiotes”
“Al alcohol habría que hacerle un monumento porque a los buenos (de espíritu) les convierte en alegres y a los tristes en idiotas”
!Salud!
LVMG